viernes, 20 de agosto de 2010

Hay días de alto contenido graso

Un día fatal. Lejos, lejísimo de ese día sospechosamente light de Andrés.
Sabía en parte, que una mañana que empezaba con una visita al dentista para que me arrancaran una muela de juicio que amenazaba con desordenar mis muchos años de odiosa ortodoncia, era el comienzo obvio de una jornada apestosa.
Esperé sin éxito el diferencial en la oscuridad de las 7 y 15. Y eso que estaba dispuesta a que me fajaran con un viaje de $4 sólo para ahorrarme unas cuadras y dormitar cómodamente en el viaje. Pero el colectivo se rehusó a colaborar con la causa. En su lugar, tuve que conformarme con el común E5.

Y con él, mi peor pesadilla se hizo realidad:

Ella.
Ella en el mismo colectivo que yo. Ella con su piel siempre tostada, bien arreglada, con sus botitas, su tapadito. Ella respirando mi mismo aire.
Ella.
La pibita odiosamente perfecta que consiguió al sujeto que fuera mi objetivo durante más de un 1 año, en la módica suma de sólo 2 meses. Obviamente, lo aclaro porque total ¿qué importa? Consiguió al chico que sigue siendo el motivo de mis borracheras melancólicas, mis sueños tormentosos y mi imposibilidad de evitar compararlo con cualquier otro bípedo masculino que aparezca.

Me arruinó el trayecto. Lo llenó de pensamientos que aturdieron mi cabeza. Por suerte era temprano y ni por casualidad la iba a tener que escuchar hablar por celular con su "gordi".
Hace más de un año que están juntos y desde que supe que ella vive a dos cuadras, tuve la sospecha de que esto iba a suceder tarde o temprano. Y bueno, pasó.

Fue como la corneja siniestra de Salicio. El pájaro de mal agüero. Todo lo demás que vino después siguió así:
La llegada tarde al odontólogo con el lógico retraso posterior de mi "cirugía". La extracción de mi muela de rinoceronte con su dolor inevitable. El regreso a casa y que me despertara el celular de forma chillona con UNA BUENA: empiezo a trabajar el lunes.

El pánico lógico de saber que rindo el miércoles y que todavía no terminé ni la unidad 2. El dolor de la no muela.
El idiota del chat que es... es un idiota, gatero, yyyy yyy ¡HOMBRE! Mi señora madre que me recordaba a los gritos que tenía que tomar más pastillas que mi abuela (por la gripe y la no-muela) y se enojaba porque obviamente yo no me acordaba, de hecho, ya se me pasó otra toma. Y los libros.
La unidad 2 de española que me está resultando pesadísima.

Y ESO. Y PUNTO.

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