miércoles, 28 de julio de 2010

Manifiesto mi cansancio

Yo siempre intento evitar herir susceptibilidades con lo que digo, lo intento aunque no me sale al 100%. Pero lo hago porque respeto al otro.
Pero resulta, que no todos me respetan a mí de igual manera.

Abrimos la mente, asentimos y admiramos lo foráneo, las costumbres de otros, lo demasiado extraño y decimos que hay que ser más comprensivos con el otro porque es una "cuestión cultural". Podemos bancarnos un mundial entero con el tormentoso ruido de las Vuvuzelas porque son una costumbre de los africanos, aún cuando perjudicaron a los que jugaban y a los que estaban en el estadio.
Pero resulta que ante mis creencias y las de otras millones de personas, vienen y se nos cagan de risa.

Yo soy católica, creo en Dios, Jesús, el Espíritu Santo, la Virgen y su virginidad, los santos y en muchos curas que predican y profesan su fe de una manera inigualable.

Como institución humana y milenaria que es, reconozco que la Iglesia ha cometido atrocidades, muchos errores. Creo que habría que castigar a más de uno de los que están ahora, y seguir pidiendo perdón por aquellas veces que en pos de evangelizar, se mató. Y hasta revisar el dogma del celibato, digo no todo el que quiere predicar se lo banca, hagamos una distinción entre el que pueda y el que no, y ESTAMOS. También soy consciente de la intromisión en cuestiones del Estado, que con el tiempo habrá que ir cortando.

Pero también sé del testimonio de fe de miles de personas, de los milagros, de los grosos como como Juan Pablo II, Juan XXIII, San Juan Bosco, la Madre Teresa de Calcuta, y tantos pero tantos otros que han aportado mucho más que un granito de arena por el "bien" de esta desastrosa Humanidad.

Entonces no me vengan a mí con esa crítica nefasta, que no deja espacio para el disenso. No quiero volver a tener un profesor que en primer año de un secundario se ría y diga "todos sabemos que la virgen de santa y virgen no tuvo un pelo", ni quiero volver a leer que "todo cura por definición es pedófilo" porque la próxima, respondo con la misma violencia verbal con la que se están dirigiendo a mí y a mi fe.

El que no quiere creer no crea, está todo bien, pero dejen al que tiene Fe en paz, Y VICEVERSA!



domingo, 18 de julio de 2010

De las rarezas citadinas.

Ya se hacía tarde, muy. El N5 no quería llegar más, estaba frío y mis neuronas saturadas. Era mediadios de junio por lo tanto tenía el cerebro repartido entre todas las materias que cursé y eso era evidente en mi blanquecina cara de muerta y en esas ojeras dignas de un Zombie.
Delante de mí, había una parejita muy amorosamente feliz. Tanto, que el sujeto masculino no sólo que no soltaba a su víctima, sino que todo su ser se inclinaba impiadosamente hacia adelante sobre la parte inferior delantera de su amada: sí, sin problemas, sin disimulo la apoyaba en público.
Atrás, había otra parejita pero en una situación diferente. Distantes. Él intentando hacer pasar el enojo de su chica, se paseaba alrededor de ella y trataba de abrazarla. La cara de ella no cambiaba, no mejoraba. Él entonces, seguía actuando a lo meloso, incansablemente.
Y yo estaba en el medio de los 4. Y estaba muy cansada. Y muy incómoda.

Escuchaba música y tenía la mirada perdida, pero lo vi acercarse. Un cincuentón, trajeado, con maletín en mano y unos ojos raros. Vino con total determinación hacia mí, pensé que quizá me iba a preguntar la hora. Pero no.
Se frenó y al inclinarse para que lo escuche bien, me disparó:

"Inútil es intentar olvidar, aquel amor que todavía causa angustia."

Y casi me largo a llorar. Casi.